viernes, 2 de noviembre de 2012

Capítulo 10: Kat.

La tarde del lunes transcurrió aburrida y larga. Al terminar los deberes me fuí a Twitter y contesté algunas menciones. Alguien llamó a la puerta de mi habitación.

  • ¿Sí? 
  • Kat, somos Louis y Carl, ¿podemos pasar?
  • Supongo que sí.
¿Qué querrían ahora estos? 

  • ¿Qué haces aquí sola y aburrida? - preguntó Louis.
  • ¿Aburrida? Naah, bueno sí, un poco, ¿por qué lo preguntas?
  • Por si querrías venir con nosotros a dar una vuelta o algo. - respondió mi hermano.
  • Pues no parece mala idea, pero, ¿a dónde iréis?
  • Aún no lo sabemos. ¿Qué tal al cine?
  • Sí, está bien. - contesté mientras apagaba el ordenador.
  • Entonces, ¿te apuntas? - dijo entusiasmado Louis.
  • ¿A qué viene ese entusiasmo porqué venga mi hermana, eh, Louis? ¿Es qué te mola? - dijo Carl mientras le daba un codazo.
  • Anda Carl, deja de decir estupidéces. - dije mientras me sonrojaba y le tiraba un cojín a la cara.
  • Esooo.- Louis le tiró otro cojín.
  • Vale, vale, ya paro.
  • Perrito bueno.- bromeé yo.
Louis empezó a reír y mi hermano lo fulminó con la mirada. Estuvimos un rato bromeando entre nosotros. 
  • Chicos, me voy a vestir, ¿vale? Así que si no os importa, salid de aquí.- los empujé hacía fuera.
Rebusqué y rebusqué en mi armario y al fin encontré que ponerme (Click aquí). Como mi pelo es ondulado, lo dejé suelto y tal cual estaba. Me puse brillo de labios y bajé al salón.
  • Ya estoy lista, chicos.
  • Genial, entonces, vámonos ya.
  • Esperad.- me detuve en seco.- mañana tengo insituto y tendré que madrugar, ¿no llegaremos muy tarde, no?
  • Son las 7, no creo que volvamos muy tarde, enana.- se burló Louis de mi al terminar la frase.
  • Ains mi zanahoria, te envidio, tú no tienes que madrugar.- y lo abracé.
  • ¿Y para mí no hay abrazo? - dijo Carl mientras ponía cara de cachorrito.
  • Vaaale, estaaa bieenn. ¡PARA TI OTRO ABRAZO AMOROSO DE KAT! - y lo abrazé con todas mis fuerzas. Después se unió Louis.
Nos separamos y salimos de casa. Carl abrió el coche. Yo iba atrás y Louis en el asiento de copiloto.
En el coche sonaba Drunk de Ed Sheraan (mi hermano es un gran fan de su música, al igual que yo).
  • Maaybe druuunk again, I'll bee druuunk again.- empezó a cantar Carl.
  • Carl, por favor, para. Tú no tienes talento para cantar. Para.- le rogué
  • Joder, ni en el coche puedo cantar tranquilo.- contestó molesto.
    • Es por tu bien, Carl, no queremos que la gente te odie por cantar así de mal.- Empezó Louis a sobarle la cabeza  a mi hermano.
  • Va, ya paro. No sabéis apreciar mi talento, así que no lo desperdiciaré con vosotros.
  • Como quieras.- me limité a contestar.
Por fin llegamos al centro comercial donde se encontraba el cine "Empire Cinema", entramos. 
  • Chicos voy a por unas palomitas y bebidas, ¿vale? Vuelvo enseguida.
  • Está bien.- contestó Carl sin prestar atención a lo que le decía.
Me puse detrás de dos chicos, que por raro que parezca, me sonaban de algo. Uno de rizos y otro rubio. El rubio se giró.
  • ¡Vaya! - exclamó al verme.- Pero si eres tú, Kat, la de la cafetería del insti.
  • Esa soy yo. ¿Qué haces aquí?
  • He venido con un amigo que he conocido hoy en el instituto.
  • Qué bien, ¿no? ¿Cómo se llama tu amigo? - dije sin pensarlo.
  • ¿Quieres que os presente?
  • Vale.
Llama a su amigo, él se gira. ¿Enserio? ¿Tiene que ser él? ¿Justo él? ¿Es que a todos los sitios que vaya tengo que encontrármelo?
  • Harry, está es Kat. Kat este es Harry.
Me miró fijamente.
  • Ya nos conocemos.- contestó Harry.
  • ¿Así? - se sorprendió Niall.- ¿De qué?
  • Nos hemos chocado varias veces. - no sabía a dónde mirar.- Bueno....
Alguien me interrumpió, era Louis, venía a buscarme para entrar a ver la película. Se acercó a mí. Al parecer se dio cuenta de la tensión que había entre Harry y yo, lo miro de arriba a abajo, sin disimular.

  • Enana, ya hemos comprado las entradas, ¿vamos?
  • ¡Claro! - contesté sin dejar de mirar a Harry.- ¡Adiós Niall! Nos vemos mañana.
  • Adiós "enana".- y empezó a reírse.
  • Eeeh, ¡que así sólo la llamo YO! - se quejó Louis resaltando el yo.
  • JAJAJA, está bien.- contestó Niall.
Caminamos hacía mi hermano, que al parecer, estaba coqueteando con una chica. Era algo que no me extrañaba, me duele admitir esto, pero mi hermano es demasiado guapo y siempre tenía a millones de chicas detrás suya. Aparte de que él es super agradable y muy sociable. En medio del camino, Louis empezó a atosigarme de preguntas.
  • ¿Quién era ese chico?
  • ¿El rubio o el estúpiQuiero decir, el de los rizos?
  • El estupirizos. Lo único que hacía era mirarte y si no me equivoco, tu también.
  • ¿QUÉEEEE? ¿LOU, DE DÓNDE SACAS ESAS TONTERÍAS? - me puse muy nerviosa a Louis no se le podía mentir fácilmente.
  • No te hagas la tonta porque no lo eres. Sé que tienes algo con él, aunque no me lo quieras decir.
  • Vaaale, me has pillado. Es imposible mentirte. 
  • Lo sé cariño, DON ZANAHORIA ES MUY LISTO.- bromeó.
  • Es una historia muuuy larga y no tendremos tiempo de ver la peli.
  • No te preocupes, te mentí al decirte que teníamos las entradas. Tú hermano y yo estuvimos un buen rato discutiendo por la película que queríamos ver, pero bueno ese no es el tema. 
  • ¿Entonces, porque fuiste a buscarme?
  • Porque me dí cuenta, Kat.
  • Ah.- Joder, este tío parece Dios, lo sabe todo.- Porque eres mi mejor amigo y mi zanahoria preferida, que si no... no te lo contaba.
Louis sabía más secretos míos que mi hermano. Es algo que no puedo remediar, él es un puto amor y confío mucho, mucho en Louis.
  • Vayamos a por un helado y así me lo cuentas. ¿Vale?
  • Genial, pero, ¿y mi hermano?
  • ¿No lo ves? Dejémoslo ahí con su nueva y futura novia.
  • ¡VIVA YA TENGO CUÑADA NUEVA! 
Llegamos a la heladería, pedimos el helado. Yo de óreos y Louis de arcoiris (?)
  • Venga, empieza contar. - se metió una cucharada de helado en la boca.
  • Oins, ¡qué pesado! - cuando se empeñaba en algo, no paraba.- Una mañana que llegaba tarde al insti, salí corriendo de casa y le estaba enviando un mensaje a Emy, no me dí cuenta de que alguien venía delante mía y me choqué con él.
  • ¿Por esos os lleváis tan mal? Menuda tontería, ¿no?
  • No, no sólo por eso, es que encima me dijo maleducada y ciega. Para colmo y lo que me faltaba, en el nuevo instituto me ha tocado en su clase y ahora tengo verlo todas las mañanas.
  • Bueno, tranqulízate, pasa de él, no tienes porqué prestarle atención a lo que hace.
  • Lo sé, pero es que..
  • ¿Es que qué? ¿Acaso ese chico te gusta?
  • ¿Otra vez Louis? No, ¡claro que no me gusta!
  • No te creo, sé que en el fondo, fondo te gusta. Y por mucho que digas que no, te gustaría estar con él.
  • Pues creéme. No me gusta y lo digo muy enserio. - me levanté y me fuí.
  • ¡Espera Kat! No te puedes ir sola.
  • Tienes razón, por favor, llévame a casa.
  • Pero es que el coche lo tiene tu hermano.
  • Da igual, vamos andando.
  • Está bien.
Llegamos a casa. Le dije a Louis que quería estar sola, que estaba cansada, así que subí a mi cuarto y me puse mi pijama.
Me metí dentro de las sábanas y quedé completamente dormida.

Martes por la mañana. La misma rutina de siempre: levantarse, desayunar, recoger a Emy e ir al insti.
Hoy teníamos Educación Física (mierda) así que me puse unos leggins con unas deportivas rosas y una coleta (Click aquí). Desayuné con los chicos y me fuí.
Llegamos al insti y vimos a Aria.

  • ¡Aria! - gritó Emily.
  • ¿Qué? ¿Eh? - contestó Aria un poco perdida.- ¡Ah, hola!
  • ¿Qué tal? 
  • Bien.- abrió su taquilla.- Mierda, Michael tiene mi chaqueta. Infinito despreeeeecio.
  • ¿Qué pasa? - le pregunté.
  • Que tenemos educación físico y yo no tengo mi chaqueta. La tiene el idiota de mi hermano.
La verdad es que hoy hacía bastante frío, así que fuí a mi taquilla a por mi chaqueta.
Llegó la hora de comer, Aria estaba dos personas detrás nuestra. Se escuchaba a unas chicas hablar de ella, junto a esas chicas había otra con unos aire de superioridad que no veas. Me volví a hablar con Emily de lo que me pasó ayer y ella me contó que se volvió a encontrar con Zayn, el chico del restaurante. De repente, medio comedor se estaba riendo. Emily y yo nos dimos la vuelta y vimos una escena bastante bochornosa para Aria: le había tirado la bandeja de comida a un chico (bastante guapo) en toda la camiseta. Y como no, estaba la feto esa riéndose de ella, a mí no me había echo nada pero con mis amigas menos.
  • Vaya, ¿es así como ligas, serpiente? - preguntó la chica riéndose, que al parecer se llamaba Alessia.
  • Por lo menos yo no me tengo que bajar los bragas para conseguirlo.- contestó desafiante Aria.
Todo el comedor se estaba conteniendo la risa, incluso el chico de la camiseta manchada. Yo es que no podía, ahí le había dado Aria. Alessia no se podía creer lo que le había dicho. ¡MUY BIEN ARIA!
Nos acercamos a Aria, pero ella nos hizo un gesto para que nos quedáramos allí. Así lo hicimos. Alguien gritó mi nombre.
  • ¡Kaaat! 
Me giré para ver quién era. El rubillo. Nos acercamos a su mesa y como no, estaba Harry.
  • Hola Niall, dime, ¿qué pasa?
  • Nada, sólo quería saber si os gustaría sentaros con nosotros.
  • No nos importaría.- contestó Emily por mi. 
La miré con cara de odio, lo hizo a posta, sabía que no me caía bien Harry, ella lo sabía. Los únicos que hablaban eran Niall y Emily, yo y Harry lo único que hacíamos era mirarnos, pero con odio. 
  • Me voy.- no soportaba más esa situación tan incómoda.
  • Pero, ¿por qu...? - no terminó la frase, no le dejé.
  • Tú sabes porqué.- y me fuí.
Todavía quedaban 15 minutos para las clases. Iba a entrar al baño cuando siento que alguien me agarra del hombro.
  • Es por mí, ¿verdad?
  • ¿Qué? - me giré. Harry.
  • Te has ido porque no soportabas estar ahí conmigo.
  • Mira, eso a ti, no te importa.- le quité su mano de mi hombro.
  • La verdad es que no. 
  • Me lo imaginaba.- susurré.
  • Oye, mira, no me gusta llevarme mal con la gente, así que vengo a perdirte perdón.
  • Vaayaa, ¿ahora te dignas a pedir perdón?
  • Mira, si no aceptas mis disculpas, paso y me voy.
  • Esta bien, te perdono.
  • ¿Empezamos de nuevo?
  • De acuerdo.- mostré una falsa sonrisa.
  • Hola soy Harry, encantado.- extendió su mano.
  • Encantada, yo soy Kat.- y le dí dos besos.
  • Espero que ahora, cada vez que estemos juntos, no me fulmines con las miradas esas que me echas.
  • ¿Es un chiste? ¿Debo reírme?
  • No, claro que no. Al fin y al cabo, no eres tan estúpida como pensaba.
  • Así no empezamos bien, Harry. 
  • Vaya, lo siento.- ríe. 
Dios, como me encantaban esos hoyuelos. "¿Pero qué coño dices, Kat?". A veces ni me entendía a mi misma.



jueves, 1 de noviembre de 2012

Capítulo 9: Aria


  • ARIANNE SYBILL SI... -Abrí la puerta y me tiré encima de Michael para que no acabara la frase.
  • Ni. Una. Sílaba. Más -él asintió con la cabeza y yo volví a mi habitación.
  • Aria, cariño -mi padre llamó a la puerta-. Ven, tenemos que ir a por un terrario.
  • ¿La serpiente? -le pregunté. No, no me había olvidado de ella.
  • Exacto -escuché un: ALÉJATE DE MI, LAGARTO SIN PATAS de mi madre y un pesaroso suspiro de mi padre-.Apura, que tu madre va a acabar por trinchar a la...
  • GUSANO CUBIERTO DE ESCAMAS.
  • A la serpiente -terminó mi padre, riendo ante la "denominación" de mi madre para el animal.
  • Okiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiis -grité y me empecé a vestir. 

Doce minutos más tarde entré en el coche con una serpiente de un metro y medio de de longitud en el regazo.
  • Hija, se que te gustan los reptiles, y en especial las serpientes, pero eso podría ser peligroso -dijo mi padre al verme con ella.
  • Papá, si fuera venenosa y/o mortal no la habría comprado -le aseguré.
  • Bueno...
  • Yo SIEMPRE gano -y dimos por finalizada la conversación.

Llegamos a una tienda especializada, Komodo Dragon Shop, o algo así.
Mi padre cotilleó las distintas clases de animales que había por allí y se "enamoró" supuestamente de una iguana.
  • -Papá, o compramos el terrario o nos vamos, tu decides -él gimoteó como un niño pequeño al que no le compran un paquete de chicles.
  • -Pero, pero, pero...
  • -Si al final soy yo la que tiene que guiar a la familia, porque con este padre... ¡Ay! ¡Tan joven y con tantas responsabilidades ya! -con un gesto muy teatral y unos lamentos muy exagerados me alejé de mi padre.
El dependiente nos miraba, alucinando por colores. O por reptiles, que más daba.
  • -Los terrarios, por favor -dije educadamente  con metro y medio de serpiente sobre mis hombros y enrollada en mi brazo derecho.
  • A la derecha, detrás de las tortugas -musitó él joven dependiente, mirando fijamente la serpiente-. ¿Eso no es un poco peligroso?
  • Dependiendo de si la molestas o no -dije, sin darle mucha importancia.
Me dirigí a donde me había indicado. Terrarios y terrarios y terrarios ocupaban toda una pared. Los había grandes, pequeños, no tan pequeños y de formas y contenidos distintos. Y cada uno con su plaquita con información.
  • Bueno, pequeña -le dije a la serpiente-. Tu eliges, lo que más te guste -le di a la serpiente un poco de libertad y esta fue "mirando" los distintos terrarios-. ¡Oh my god! -susurré, al ver a mi nueva mascota así-. Argutus anguis.
  • ¿Por qué dices "serpiente inteligente", mi pequeña Slytherin? -me asaltó mi padre por detrás, pero yo ni me inmuté y seguí mirando los terrarios.
  • Porque no domino el pársel todavía, no te fastidia -le solté, borde-. Latín, papá, LATÍN.
  • Eres un persona horrible -me recriminó él, entrecerrando los ojos.
  • Soy una Slytherin -y la serpiente encontró el terrario que quería.
Fuimos hasta el mostrador y le pedimos el terrario al dependiente (al parecer se llamaba Allan, pero me daba igual). Él nos entregó una caja con el terrario. Había que montarlo.
Nos pasamos la tarde dando vueltas por la ciudad. No podíamos dejar a la serpiente, así que la llevé encima tooooooooodo el día. Al final me acostumbré tanto a ella que se me hacía raro no tenerla encima. Cuando volvimos al coche (a eso de las nueve) vi la caja donde reposaban las piezas sueltas del terrario. Y me enfadé. Aquello sólo suponía más trabajo.
  • Por joder -suelto enfadada en el coche-. Además de que es caro, hay que montarlo.
  • Calla, que voy a ser yo el que tenga trabajo -miré a mi padre, que observaba la carretera con odio... O tal vez fuera que la lluvia no le dejaba ver bien.
"Y ya vuelve a llover en esta mierda de país" pensé, apretando suavemente el frío cuerpo del animal, que, ahora que me daba cuenta, no tenía nombre.
  • Nagini -dije, como si fuera obvio.
  • ¿Qué dices, cariño? -mi padre era distinto de mi madre. Él le prestaba atención a la carretera.
  • La serpiente se va a llamar Nagini -dije y sonreí-. Voldy.
Ambos nos empezamos a reír debido a mi "bonito" y "noble" apodo a Lord Voldemort.
  • Si "El-que-no-debe-ser-nombrado" te escuchara, estarías muerta -dijo mi padre, intentando no reírse.
  • ¿Y mi padre, profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el colegio de Magia y Hechicería de Hogwarts, no me defenderá de Lord Voldemort?
  • Ese padre si, pero James Wildsmith, contable y empresario, no te defendería de Lord Voldemort. Además, mi pequeña mortífaga, ¿qué es eso de pedirle ayuda al bando contrario?
  • Sucio y asqueroso muggle... SANGRE SUCIA -le grité, indignada. Nadie ofendía a una Slytherin. NADIE-. Un Gryffindor tenías que ser. Un sangre sucia que va de valiente y después teme a Lord Voldemort.
Con mi falso enfado y la nariz apuntando al cielo (mejor dicho, al techo del coche) y mi padre intentando contener la risa, llegamos a casa sanos y salvos. Lo último que escuchamos al bajarnos del coche fueron las últimas notas de Let it be, de los Beatles...
...Y lo primero que escuchamos al entrar es el estribillo de Yellow Submarine (aparte de un: "MICHAEL, ABRE LA PUERTA DE TU HABITACIÓN INMEDIATAMENTE"  por parte de mi madre y un: "NO, ME MATARÁS. NO QUIERO. SERÉ UN ERMITAÑO DURANTE LO QUE ME QUEDA DE VIDA" de mi hermano)
  • Voy a montar el terrario -dijo mi padre, pasando de los dos gritones de arriba.
  • Voy a hacer la cena -dije, igual que mi padre.
Mientras cortaba cebolla y me cagaba en todos los santos españoles porque no podía dejar de llorar, mi hermano se dedicaba a poner la mesa y mi madre ayudaba a mi padre con el terrario.
Dejé la cebolla (por fin) y puse una pota con agua al fuego
  • ¿Qué hay de comer? -preguntó mi hermano desde la puerta de la cocina.
  • Tenía pensado hacer una ensalada y un poco de pasta -dije, sin prestarle verdadera atención.
  • ¿Te pasa algo?
  • No, ¿debería? -"Michael, que tengo un cuchillo".
  • Tu mejor amiga está en España. Casi toda tu vida está en España. Estamos a unos cuantos de cientos de kilómetros de España y probablemente no podamos vol...
  • ¿Crees que no lo se? -dije con voz queda. Sollocé y dejé el cuchillo sobre la tabla de cortar.
Michael me abrazó.
  • Pero no todo es tan malo, Aria -dijo, mientras que yo (Miss No-voy-a-llorar-más-por-esa-tontería) enterraba la cara en su hombro.
Aunque era un poco alto para poder hacer eso, así que tenía que conformarme con su pecho.
  • Vamos... Por lo menos ese imbécil está lejos y no puede volver a tocarte -yo sabía perfectamente a quien se refería. Y porqué lo decía-. Estamos mejor aquí, en Inglaterra.
Me separé de él y lo miré a los ojos.
  • Tal vez tengas razón, pero eso no quita que quiera volver a España... Odio el clima de aquí -un trueno-. ¡Y ahora se se pone a tronar en esta mierda de país!
  • Esa es la hermana pequeña, maliciosa, con mal genio, bocazas y de rostro de angelito que yo conozco -me sonrió y me dio un beso en la frente-. Sea como sea, siempre estaremos juntos, ¿no?
Asentí con la cabeza, mientras me limpiaba las lágrimas.
  • Yo siempre estaré aquí para molestarte, que me grites y aguantar tus bromas pesadas.
  • Y para llevarme de compras y arrastrarme por media ciudad -dije yo, riendo temblorosamente.
  • Exacto.
  • MICHAEL, LLEVO UNA HORA LLAMÁNDOTE -gritó mi madre.
¿Cómo podía ser que no se desgañitara?
  • Michael, será mejor que vayas o mamá te matará de verdad -dije, sonriendo. 
  • Ya lo se. Está enfadada conmigo porque dejé a Marcela -se pasó una mano por el pelo-. Es que se ponía muy pesada con lo de que fuera con ella a no se donde...
  • Pobre Marcela -dije, aunque era mentira. No sentía ninguna pena por ella-. Bueno, yo sigo con la cena. 
  • Yo voy a ver que quiere mamá -salió de la cocina mientras gritaba un: Voooooooooy.
¿Alguna vez maduraría? No.
Acabé de hacer la cena y nos sentamos a la mesa. Al parecer, no sabían donde dejar a Nagini y durante cierto tiempo el terrario estaría en mi habitación (y todo gracias al bocazas de mi hermano). A mi no me preocupaba. 
Entré en mi habitación, me puse el pijama y me metí en cama.

  • Buenas noches, Nagini -dije y apagué la luz.

Me desperté.
Domingo: día para no hacer nada y uno de los días más odiados de la semana.
Miré el reloj: 14:48
Pues no me iba a levantar para hacer de comer.
Miré a Nagini, que estaba enroscada plácidamente entre unas cuantas plantas decorativas dentro de su terrario.
  • Al domingo deberían cambiarle el nombre y llamarlo "pre-lunes"
Cogí el libro que reposaba sobre mi mesita y seguí leyendo.
Y durante todo el domingo me dediqué a "devorar" el Misterio del Príncipe.

Lunes.
Infinito frío-desprecio a todo lo existente en aquel momento.
Me vestí sin ganas y bajé a desayunar. Tiritaba y tenía MUCHO sueño.
  • Vamos, vamos -nos apuró mi madre-. Vais a llegar tarde.
  • Que novedad -gruñó mi hermano, dejando caer ruidosamente un plato en el fregadero.
  • Vamos, vamos -me puse la chaqueta-. Al coche, al coche.
  • Mamá, PARA -le grité. Cuando se ponía así era insoportable.
  • Adiós, hijitos -canturreó mi padre, medio dormido, desde las escaleras-. Que os lo paséis bien en el colegio.
  • Que te lo pases bien en la reunión con tu nuevo jefe, papi -dijo Michael, con voz de niño pequeño.
  • Infinito desprecio.
  • ¡Eso es mío!-grité, antes de que mi madre me empujara por la puerta.
Llegamos a las puertas del instituto.
  • Odio mi vida -dijo Michael.
  • Odio tu vida -dije yo.
  • Infinito...
  • Frío-desprecio -acabé yo por él.
Entramos y nos encaminamos hasta mi clase. A él le importaba bien poco llegar tarde. Me sorprendería que llegase.
  • Yo ya he traído todo para llenar mi taquilla -dijo.
  • Pues ya sabes, quiero tus llaves.
  • Mala.
  • Demasiado -dije y entré en mi clase.
Sonó la sirena.

Cinco minutos más tarde la puerta volvió a abrirse. Dos chicas de aspecto simpático entraron.
No les hice mucho caso y seguí dibujando. Una de ellas se sentó a mi lado y guardé el dibujo.

Pasaron las tres primeras clases y fui hacia el comedor.
Había quedado con Emily, la chica que se había sentado a mi lado.
Estaba tan perdida en mis pensamientos que sin darme cuenta, choqué contra alguien.
  • Perd...
  • ¿Pero que haces? -miré a la chica que me hablaba. Era alta y bastante delgada. Tenía la piel clara y un par de kilos de maquillaje en la cara. Tenía el pelo castaño-. ¿Tu eres una de esas niñatas nuevas? Mira, ¿no sabes quien soy verdad? -me caía mal. Bueno, ya me caía mal antes, pero ahora estaba declarado. Ese tono de superioridad se lo podía tragar-. Bueno, primero: soy Alessia y más te vale andar con cuidado, porque si no tendrás problemas, ¿lo pillas? Segundo: no te acerques a mi o a mis amigos. No nos hables, es más, no respires cerca de nosotros o tendrás problemas. Tercero: Aléjate de ese -señaló a alguien a mi espalda. Ni me molesté en girarme-: chico, o tendrás problemas. Y no te pases de lista.
  • Ajaaaaaaaaa -asentí y ella me miró con asco. 
Pasaron de largo.
Bien. Ya sabía que regalarles para Navidades. Un GPS para que se fueran directos a la mierda y no se perdieran. 
Me giré, simplemente para saber quien era el chico. 
No.
No podía ser.
PUAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA NO PODÍA SER VERDAD, NO PODÍA. PUAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ¿QUE NO ME ACERQUE? Eso iba a ser muuuuuy difícil. ¡Si vivíamos juntos! Pobre Michael, la que le iba detrás. 

Fui hasta el comedor, riendo interiormente. 
Cogí una bandeja con comida y me senté, esperando a Emily.
  • ¡Hola Aria! -exclamó Emily.
  • ¡Hola! -me levanté y sonreí amablemente-. ¿Os sentáis? 
  • Claro.
Me callé y volví a pensar en mis cosas. ¿Qué se pensaba esa Alessia? "Una hostia bien dada. No, que si la toco me voy de viaje. Tiene que tener unos veinte centímetros de potingue en la cara, que si la toco me absorbe la mano y me voy a Narnia o a Hogwarts."
  • ¿Sois nuevas?-pregunté, más por educación que por otra cosa.
  • Sí -respondió la otra chica, sonriendo-. ¿Y tú?
  • También -hice una mueca-, pero no me gusta este sitio. Para nada -miré a mi alrededor y vi como Alessia salía del comedor. Que hostia más grande le daba en esos mismos momentos.
  • Aria, volveré tarde a casa. ¿Vale? -dijo Michael, colgándose de mis hombros.
  • Ok, pero no te pierdas -dije, con una nota de burla-. No tengo ganas de ir a buscarte luego.
Nos reímos, pero sabía perfectamente que Michael era capaz de perderse hasta dentro de un garaje. Tendría que ir a buscarle. Me apostaba a Nagini a que debería pasarme una hora buscándolo.
Estaba perdida en mis sombríos pensamientos cuando Kat (así la había llamado Emily) habló.
  • ¿Lo habéis visto?
  • ¿El qué? 
  • A ese chico, al rubio ese de ahí.
  • Erm, sí. ¿Qué pasa? 
  • ¿Qué te mola, eh? -bromeé yo.
  • No para nada -se puso seria repentinamente-. Sólo que parece perdido, ¿qué tal si le digo que se siente con nosotras?
  • Me parece bien -dije.
  • A mi también -asintió Emily.
Se levantó y se acercó al chico. Al rato volvieron a la mesa. Lo saludé con la mano.
  • Chicas, este es Niall -dijo Kat.
  • Aria -dije y entrecerré los ojos. Me sonaba de algo.
  • Emily -seguía sonándome de algo.
Terminarons las clases (VIVAAAAAAAAAAAA). 
Acompañé a Emily y a Kat hasta su casa, ya que me quedaba de camino. Y Niall venía con nosotras. 
Yo seguía con la impresión de que lo conocía de algo, pero no sabía de que.
Tras "abandonar" a Kat y a Emily me quedé a solas con Niall.
  • Vale -dije, no soy de las personas que se van por las ramas. Soy directa. Mucho-. Yo a ti te conozco de algo.
Niall me miró, sorprendido.
  • Soy tu vecino.
Silencio.
Pasó un coche.
  • ¿En serio? -él asintió-. Bien. Acabo de quedar MUY MAL.
Se empezó a reír.
Por fin llegamos a nuestras respectivas casas.
  • Bueno, hasta mañana -dije y entré en mi reconfortante hogar. 
"¿En serio era mi vecino? ¡Claro! El chico que había venido a cenar." Ahora todo cuadraba.
Aparté de mi mente a mi vecino-Niall y subí hasta mi habitación para darle de comer a Nagini. Después hice los deberes..., o casi. 
No entendía nada, pero nada de nada sobre matemáticas. Bien... Pues iba en blanco. Ya me inventaría una excusa para los deberes.
Suspiré y fui a comer algo.
Michael no había vuelto... y yo no iba a ir a buscarle. Me di una ducha y me puse el pijama.
Una hora más tarde dormía como un tronco.

Martes.
El segundo día más odiado de la semana.
Tenía educación física. EL PROFESOR LAMAS, NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.
Me puse unos leggins negros por debajo del pantalón vaquero(no daba encontrado el puñetero chándal), una camiseta holgada y unas convers de tela vaquera (a la mierda los tenis, yo quería ir cómoda).
Y lo mismo de día anterior: desayuné con Michael (al cual mi padre tuvo que ir a buscar al otro lado de la ciudad), mi madre nos metió prisa, nos burlamos de nuestro padre y le di un besito de despedida a Nagini.

Llegamos al instituto
  • ¡Aria! -gritó Emily.
  • ¿Qué? ¿Eh? -me giré, sin saber quien me llamaba-. ¡Ah, hola!
  • ¿Qué tal?
  • Bien, con prisa -dije y abrí mi taquilla-. Mierda, Michael tiene mi chaqueta. Infinito despreeeeecio.
  • ¿Qué pasa? -preguntó Kat.
  • Que tenemos educación física -me recorrió un escalofrío-. Y yo no tengo mi chaqueta. La tiene el idiota de mi hermano.

Al final hice educación física sin chaqueta y casi me da una hipotermia. Nunca más, me juré.
Las clases pasaron sin mayores problemas. Bueno, lo único que pasaba era que medio instituto ya me conocía por culpa de Alessia. Bueno, a mi no me importaba.

El problema vino a la hora de comer.
  • Bua -dijo alguien a mis espaldas-. Es esa, es la que chocó con Alessia y no se disculpó.
  • Es cierto -le contestó otra-. Que tonta.
  • Pues si, es muy tonta -asintió una voz mucho más alta que el resto. Alessia.
Bien mundo, gracias por todo. 
Una mujer gorda y con cara de perro echó en mi plato unos spaguettis con tomate. Bien.
  • Es que además de tonta, es una torpe -"cuaaaaaaanta imaginación, Alessia"-. Y va por ahí con una serpiente sarnosa. 
Colapso nervioso.
¿Como lo sabía? Sólo la había llevado encima un día, ¿me había visto?
Bueno, aquello no importaba. Pero lo de "serpiente sarnosa" no se lo pasaba. 
Soy de gatillo fácil. 
Y vengativa.
MUCHO.

Sin pensarlo mucho (sin pensarlo, realmente) me di la vuelta y le estampé la bandeja de comida a Alessia... O no.
Alcé la vista lentamente. 
Delante no tenía a Alessia. Tenía a un chico al cual le había estampado un plato con spaguettis. La mitad del comedor se reía. Y mi enemiga, más que el resto.
  • ¿Lo siento? -pregunté con inseguridad. Notaba que se me subían los colores.
  • No... importa -dijo él mientras se ponía rojo. Por favor, que no esté enfadado... Solo con mirarle ya sabía que tenía bastante más fuerza que yo.
  • Vaya, ¿es así como ligas, serpiente? -preguntó Alessia, riéndose de mi.
  • Por lo menos yo no me tengo que bajar los bragas para conseguirlo -dije, sonriendo.
Silencio.
Unos cuantos aguantaban la risa. Más que unos cuantos. Incluso el chico lleno de spaguettis intentaba contener la risa. 
Alessia no sabía que decir. Me miró con la boca abierta y los ojos llenos de odio. Volví a sonreírle con suficiencia y decidí encargarme del chico. 
  • Espera un momento, por favor -le pedí educadamente. 
Él asintió con la cabeza y se siguió quitando spaguettis aplastados de la camisa.
Me acerqué a Michael, que ya tenía su propio grupo de amigos. Muy social mi adorable hermano. 
  • Michael -tiré de la manga de su chaqueta como una niña pequeña-. ¿Tienes...
  • Antes de que me pidas nada -me cortó-. Eso a sido muy fuerte. Me encantado -y sonrió.
  • Soy Dios, lo se -"Dios es Alba, te recuerdo"-. Bueno, ¿puedes dejarle una camisa al chico al cual le he estampado un plato lleno de comida?
  • ¿Ya ni preguntas si tengo? -me mira dolido. Que bien se le da hacer el idiota.
  • ¿Tengo que suponer que no tienes? -pregunto, con una ceja enarcada.
  • Si tengo, pero de ahí a que te deje... -sonrió maliciosamente.
  • Dejaré a Nagini en tu cama esta noche como no me des las llaves -le amenacé.
  • Odio las serpientes -murmuró enfurruñado, mientras buscaba la llave de su taquilla-. Son horribles. 
  • Tienes una como hermana -repliqué yo, extendiendo la mano.
  • Me arrepiento -dijo y soltó las llaves.
  • Pues esta serpiente a mi me encanta -dijo uno de sus amigos. 
Michael cerró los ojos un momento, conteniéndose.
  • Dave, te agradecería que no le hablaras así a mi hermana -gruñó.
  • ¿Por qué? Ni que la hubiera... 
  • Dave, cállate antes de que te mate -dijo, mirándolo.
  • Vale, vale, lo siento... 
  • Bien -Michael me dio un beso en la cabeza.
Me alejé de allí y volví junto al chico.
  • Vamos -dije y le sonreí mientras le quitaba un fideo del hombro.
Vi como Kat y Emily se acercaban, me había olvidado de ellas. Les hice un gesto para que se quedaran allí y que no se preocuparan.
Antes del salir tenía que ver la cara de Alessia. 
Lo sabía.
Tenía la cara idónea para sacarle una foto y subirla a tuenti, a twitter y a facebook si hacía falta. 
Arrastré, literalmente, al desconocido por medio instituto hasta llegar a la taquilla de mi hermano.
La abrí y empecé a sacar cosas. Libros, libretas, un bocadillo, una foto de una chica pelirroja (por detrás ponía "Michael" y por la letra diría que lo había escrito la chica, que era Diana), notitas, su agenda, papeles sin importancia, el horario escolar, una cartera vacía, un par de chaquetas, camisetas, un chándal y un pantalón. Colonia (WTF), desodorante, un peine (W-T-F, en serio) ¿Qué coño tenía Michael ahí dentro? Solo le faltaba una linterna.
Pensado y echo.
La cogí, flipando por colores. Después me dije que como la taquilla era tan grande (eran como las de las películas americanas, en otras palabras: enormisísimas, que te cogía el Cirque Du Soleil ahí dentro) y mi hermano así de inteligente, todo era posible. Incluso encontrar la entrada a Hogwarts.
Con la linterna encendida encontré una camiseta negra que no había visto antes. 
  • Por fin -dije y saqué la cabeza de la taquilla-. Toma -se la di y miré el reloj-. No te va a dar tiempo a ir hasta los baños, así que te vas a tener que cambiar aquí.
  • Esto... -me miró un momento.
  • Mmm... Ya, entiendo -me puse detrás de la puerta. 
Mientras el chico se quitaba la camisa vi al profesor Vane acercarse. 
  • ¡A la taquilla! -y lo empujé dentro. Escuché un grito-. ¡Calla!
  • ¿Ocurre algo? -pregunto el señor Vane.
  • N-no, profesor -por Dios, era la situación más absurda del mundo. Estaba escondiendo a un chico semidesnudo dentro de la taquilla de mi hermano y hablando con la versión muggle de Severus Snape.
  • Escuché un grito, señorita Wildsmith -dijo, con aquella voz tan horripilante.
  • Fui yo, es que me asusté por una tontería -intenté sonar convincente, pero el señor Vane me ponía nerviosa. 
No, no me ponía nerviosa. Me asustaba. 
Y mucho.
Severus Snape en muggle, sin duda.
  • Comprendo. Más le vale no estar haciendo nada que no resulte... apropiado para el colegio -asentí y él se dio media vuelta. 
No llegó a completarla. Se giró hacia mi de nuevo y recogió algo con un bolígrafo. La camiseta de Michael. 
  • ¿Es esto suyo, señorita Wildsmith? -preguntó.
  • Eeeeh, si, si, por supuesto. Es mío -me tendió la camiseta, mirándome con sospecha. Le dediqué la mejor de mis sonrisas falsas y cogí la camiseta.
  • Buenos días y adiós -y se marchó. 
Cuando desapareció por completo, me permití relajarme. 
  • Dios, esto no es bueno para mi corazón -dije.
  • Hum... Perdona pero, ¿puedo salir de aquí? -dijo el chico desde dentro de la taquilla.
  • ¡Perdón! -me aparté y abrí la puerta. (Definitivamente, no era la entrada a Hogwarts)
Él salió y cayó de rodillas. Parecía que alguien lo había empujado. Alguien o algo. 
Unos cuantos libros cayeron, junto a unas chaquetas y el pantalón. Retrocedí hasta la pared opuesta a las taquillas, con la camiseta apretada contra el pecho.
Se levantó. 
Era alto.
Más que yo, fijo.
"Hay veces en las que odio ser bajita" pensé.
A ver, no es que hubiera nada aterrador en él. Era alto, delgado dentro de los cánones de belleza masculina, y con el pelo castaño. (A mi me suena...) Los ojos castaños también (Yo lo he visto en alguna parte) y me apostaba lo que fuera a que iba al gimnasio (Deja de fijarte en esos detalles y mírale a la cara, que pareces una salida). 
"Cállate, conciencia" pensé, pero hice caso de su consejo. 
Realmente me sonaba de algo. 
"Este no es tu vecino, te lo aseguro"
"Que pena... No me importaría que viniera a cenar"
"Tonta."
Me fijé en que estaba levemente ruborizado. Y que tenía el contorno de un ojo levemente morado.
  • ¿Me puedes dar la camiseta, por favor? -preguntó. Su voz también me sonaba.
  • ¿Qué? -miré lo que estrujaba entre mis manos-. Oh, claro. Toma.
  • Gracias -la cogió y se la puso.
Nos miramos un instante. Le sonreí sin saber muy bien que hacer o decir.
  • Gracias -repitió.
  • ¿Por qué? Fui yo la que te aplastó un plato de espaguetis en la camisa. Es culpa mía -dije, honradamente. Maldita fuera mi humanidad.
  • Bueno... Cualquier otra persona se habría puesto a pedir perdón y se habría quedado ahí parado -dijo, y me sonrió-. Y tu me has ayudado, dejado una camiseta de...
  • Mi hermano -le ayudé.
  • De tu hermano, y escondido de un profesor -finalizó.
  • Lo del profesor era más por mi que por ti -dije, avergonzada por un momento-. Me conoce. Me dio clase cuando iba al Eton y me tiene manía. Soy buena en su asignatura, pero no le caigo demasiado bien -e hice una mueca
Nos volvimos a quedar en silencio.
Maldita fuera mi humanidad multiplicado por un millón.
  • Yo a ti te conozco -"eso lo dijiste ayer".
  • ¿En serio? -me miró extrañado.
  • Si, tengo la impresión de haberte visto o escuchado hablar -intenté recordar.
¿Por qué me sonaba tanta gente? 
  • Yo también, pero no se de que -murmuró.
  • ¡Eres el chico del parque! -exclamé automáticamente.
  • ¡Eres esa chica!
Sonó la sirena.
  • ¡Las clases! -gritamos al unísono.

jueves, 25 de octubre de 2012

Capítulo 8: Emily.


Al despedirme de Kat, Aria y Niall me fui a mi casa. Había sido un día agotador así que mi plan era simplemente tumbarme en mi cama y escuchar música. Por desgracia no iba a ser así, este nuevo instituto era muy estricto y nos habían mandado toneladas de deberes. Subí a mi cuarto, solté mi bolso me quité los zapatos y me senté dispuesta a hacer los deberes de historia, matemáticas, francés…. No puedo hacer todo esto, esto no es humano. Cogí mi mp3 y empecé a escuchar las nuevas canciones de Taylor Swift de su álbum RED. Al son de la música escribía los números de las ecuaciones de matemáticas. 
Después de dos horas eternas y sin distracciones por fin terminé de hacer todas las tareas. Ya eran las 19:00 y no tenia nada que hacer. La puerta se abre y aparece mi madre con una sonrisa.


  • Hola, mamá.
  • Hola, Emily. ¿Podrías ir a comprarme unas cosas? Me duele mucho la cabeza.
  • Esta bien.
  • Toma la lista, es poco y comprarte lo que quieras si hay algo que te guste.
  • Vale, muchas gracias.


Cogí mi bolso y me volví a poner los zapatos pero esta vez cogí una rebeca ya que raramente hacía un poco de fresco.


  • Adiós, mamá. Vuelvo en 1 hora


Sin escuchar respuesta dí un portazo y puse rumbo al centro comercial podría ir perfectamente al super de la esquina, pero tenia mucho tiempo y quería tomar un poco el aire fresco. Al caminar me cruzaba continuamente a personas que se me quedaban mirando como si tuviese un unicornio aplastado en la cara. ¿Que les pasaba? Siempre igual, odiaba esta sociedad. Entré al centro comercial y entré a una tienda de ropa. Cogí un vestido precioso y fui a probármelo  Abrí el probador y mi dignidad se fue por el retrete. Tenía toda la cara llena de tinta de boli. Me metí dentro y busque rápidamente una toallita húmeda de repuesto que siempre llevo en el bolso. Como la suerte siempre me sonríe no encontraba la toallita. Empece a frotarme con las manos pero nada. Así que decidí ir al baño del centro comercial. Deje el vestido allí y fui corriendo al baño. Iba con la cabeza agachada rezando para no encontrarme a nadie conocido. Y otra vez la suerte me sonrió. Me choque con alguien y caí de espaldas clavándome una maceta en la espalda.


  • Ahhhhhh

Grite de dolor.

  • Dios mio, ¿estás bien, Emy?
  • ¿Como sabes mi nombre? ¿Quien eres? ¿ Que ha pa…
  • Emy, Emy vamos despierta

Abrí los ojos muy despacio. Estaba tumbada en un banco con la cabeza echada sobre el. La levanté mirando hacia el cielo y pude observar unos ojos enormes y marrones. Me sonaban. Esta muy mareada pero pude observar quien era.


  • ¿ Zayn?
  • Si, soy Zayn y tu eres Emy
  • Se quien soy, ¿Qué ha pasado?
  • Si lo dice por ti parece que un pulpo te ha escupido JAJAJ
  • ¿Qué? Ahh joder


Me levante del banco rápidamente y le di la espalda. Recordé que tenia la cara hecha un asco.

  • ¿Qué haces?
  • Me voy Zayn
  • ¿Por qué? Tienes que descansar
  • Tengo la cara hecha un asco
  • ¿Y que? Anda, date la vuelta

Me coge del hombro y me da la vuelta. Saca un pequeño pañuelo y empieza a limpiarme la cara.


  • Es la segunda vez que te ayudo. ¿Que harías sin mi?

Yo no le conteste y me limite a mirar al suelo con una ligera sonrisa.


  • Ya está, ya estás limpia.
  • Muchas gracias Zayn. Pero no solo por esto, también por lo del incendio no te lo pude agradecer ya que te fuiste muy repentinamente.
  • Lo se, tenia mucha prisa. Como ahora, ya es hora de irme, ha sido un placer pero nos vemos mañana.
  • ¿Cómo que mañana?
  • Estamos en la misma clase en Madison Norte.
  • ¿Ah si? Pues yo no te he visto
  • Hoy estaba enfermo y no pude ir.
  • ¿Entonces como sabes que voy a tu clase?
  • Es un misterio, bueno venga te lo cuento. Mi amigo Harry me contó que hay dos chicas nuevas y una de ellas era la estúpida que se tropezó en la calle y luego tuvieron una discusión en un restaurante. Se llamaba Kat y después de unas horas deduje que la otra chica serias tu.
  • Chico listo.
  • Si.
  • Bueno yo ya me voy, muchas gracias por todo y nos vemos mañana.
  • De nada, preciosa.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Capítulo 7: Kat.


Abrí la puerta de casa. Y tal como lo imaginaba, allí estaba mi madre, cruzada de brazos. Yo nunca suelo llegar tarde.
  • ¿Estás son horas de llegar? - Dijo señalando el reloj que había en el pequeño mueble de la entrada.
  • Mamá, todo tiene explicación.
  • Hija, lo sé todo. Me ha llamado el agente Robin. ¿Qué coño hacías tu en un incendio?
  • Nosotras no lo provocamos, tan sólo pasábamos por allí y vimos que el instituto estaba en llamas. NADA MÁS.
  • Sea quién sea, ha echo una gran estupidez. Tendrás que irte al instituto Madison Norte, ¿lo sabes, no?
  • ¿¡QUÉ!?
  • Empezarás el lunes.

En mi mente tan sólo estaba aquel chico, sí, el de los rizos. Lo odio, pero es tan guapo, tan asdfghjklñ.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por Louis, el amigo de mi hermano.
  • La leche se sirve dentro de la taza, no fuera.
  • ¿Qué? - Estaba en mi mundo, me giré asustada para ver quién me hablaba.- Aah, eres tú, Louis. ¿LOUIS? ¿QUÉ COÑO HACES AQUÍ?
  • Mis padres estarán de viajes por un largo tiempo, así que le dije a tu hermano que si me podía quedar con él. No me gusta estar sólo.
  • Ah, entonces bien.- Dije mientras secaba la leche que se me había caído en la encimera de la cocina.
  • ¿En quién pensabas, pillina? - Puso un tono algo gracioso.
  • ¿Yo? En nadie y Louis, no vuelvas a poner esa voz.- Le aconsejé
  • JAJA, está bien.- Hizo una pausa.- Pero que sepas, que al final, averiguaré que es lo que hay en esa cabezita tan bonita y pequeñita.- Louis podía llegar a ser muy cariñoso conmigo, es como otro hermano más. Lo quiero y aprecio mucho.
  • Já, en tus sueños.
Subí a mi cuarto, me tomé el vaso de leche y me acosté, estaba agotada. Hoy me habían pasado bastantes cosas. Mañana será domingo, y no tendré que madrugar.

Kat, yo te quiero, te necesito a mi lado. Desde el día en que te ví, no he dejado de pensar en tí. Te quiero, más de lo que imaginas. ¿Me perdonarás si hago esto?”

(Lunes)
Me desvelé, y encima en la mejor parte del sueño. Pero, ¿quién era el chico que me decía todo eso? Bah, daba igual, total era un sueño, un simple sueño. Miré el despertador, pensaba que serían las 3 o 4 de la mañana, de lo contrario, 6:47. Bueno, al menos hoy me dará tiempo para desayunar tranquila y no llegar tarde al nuevo instituto. Hice mis “estiramientos” matutinos, también conocido como desperezarse. Busqué mis pantuflas con los pies, me las puse, eche mi pelo hacía atrás y me levanté.
Bajé a la cocina, no había nadie, oscuridad total. Palpé con mi mano la pared para encontrar el interruptor de la luz. ¡Bingo! Todas las luces de la cocina se encendieron.
Cogí mi bol, serví la leche y los cereales.
Alguien bajaba, no le di importancia.
  • Buenos días.
  • Buenos días.
Recogí mi bol, lo lavé y volví a subir a mi cuarto a vestirme. Me decidí por unos vaqueros, mis queridísimos botines y y una camiseta con la parte del hombro derecho caído. Rebusqué mi móvil en el desorden que había en mi cama, le mandé un mensaje a Emy, por si iríamos juntas y así no sentirnos raras al llegar a aquel instituto. A los cinco minutos me lo respondió.
“CLARO, NO ME GUSTARÍA LLEGAR SOLA A UN LUGAR QUE NI SIQUIERA CONOZCO. ¿A LA HORA DE SIEMPRE? :)”

Le respondí.
“LO MISMO PIENSO. A LA HORA DE SIEMPRE. Xx”

Cogí mi bolso, apenas pesaba, pues sólo guardé un cuaderno, bolígrafo, mi móvil, llaves y dinero.
  • ¿A dónde vas con tanta prisa? - Me sujetaron del brazo.
  • Tengo prisa, Lou. ¡ADIÓS ZANAHORIA! - Ese era mi mote para Louis, ZANAHORIA, siempre estaba comiéndose una.
  • ¡ADIÓS ENANA!

A lo lejos, pude divisar a mi preciosa Emy. Nos saludamos y emprendimos nuestro camino al nuevo instituto. A ninguna de las dos nos hacía gracia ir a aquel instituto, éramos las únicas del nuestro que irían a ese, por lo menos vamos juntas.
Llegamos a la gran puerta dónde había un cartel que ponía: “MADISON NORTE”. No sabíamos si entrar o no, todo el mundo se nos quedaba mirando y se escuchaban murmullos de la gente. Listo, teníamos que entrar sí o sí. Por fuera, tenía un aspecto bastante agradable, a saber por dentro. Llegamos a secretaría preguntamos por nuestra clase, la amable señora nos indicó cómo llegar.
  • Y daros prisa, o llegaréis tarde.
  • Gracias.- Respondimos al unísono.
Encontramos nuestra aula, la número 23. Llamamos a la puerta, 5 minutos tarde. ¡Genial!
  • ¿Podemos pasar?
  • Claro, pasen. - Respondió una voz masculina.
  • Lo siento.- Me disculpé.- Pero es que somos nuevas, y bueno... No sabíamos dónde se encontraba nuestra aula.
  • Vamos, busquen asiento, estamos a punto de empezar.
Las filas de asientos estaban de dos en dos, por casualidad habían dos sitios libres, pero apartados cada uno del otro, bastante. Observé los asientos, NO ME LO PODÍA CREER. ¿QUÉ HACE ÉL AQUÍ? Me quedé de piedra, no me movía de la puerta, Emy ya se había sentado, al lado de una chica que parecía muy amable. Y el único sitio que quedaba libre era al lado de ese estúpido engreído. Esta visto que la vida me sonríe, IRONÍA MODO ON.
  • ¿A qué espera para sentarse? No tenemos todo el día.
Me senté, no podía mirarlo a la cara después de todo lo que pasó el sábado. Pasó la hora, aburrida e incómoda. Por fin sonó el esperado timbre del cambio de hora.
Al intentar levantarme, me volví a chocar con él.
  • ¿Qué? ¿Es que tienes por costumbre chocarte conmigo?
  • ¿Sabes? Paso de ti, no te mereces mi atención.
  • Eres TÚ.- dijo resaltando el tú.- quién la busca.
  • JAJAJAJA, no la necesito, paso de la mala compañía.
Se quedó en silencio, parece que esta vez gano yo.
Emy me esperaba en la puerta con cara de: WTF?
  • No es nada, esta vez he ganado yo. Vamos a la siguiente clase, ¿vale?
Asiente.
Y así de aburridas transcurrieron las tres primera horas. Llegó la hora del almuerzo, Emy me dijo que había quedado con la chica que conoció en clase para comer, que yo también fuera.
  • ¡Hola Aria!
  • ¡Hola! ¿Os sentáis?
  • Claro.
Apenas hablaba.
  • ¿Sois nuevas? - Preguntó la chica.
  • Sí.- Respondí con una sonrisa.- ¿Y tú?
  • También, pero no me gusta este sitio. Para nada.- dijo mirando a su alrededor.
A lo lejos se acercaba un chico, creo que conocía a Aria de algo.
  • Aria, volveré tarde a casa. ¿Vale?
  • Ok, pero no te pierdas.- dijo bromeando.- No tengo ganas de ir a buscarte luego.
Todas reímos.
En medio del comedor había un chico que parecía estar perdido. Rubio, ojos azules, bastante guapo.
  • ¿Lo habéis visto?- Interrumpí.
  • ¿El qué?
  • A ese chico, al rubio ese de ahí.
  • Erm, sí. ¿Qué pasa?
  • ¿Qué te mola, eeh? - Bromeó Aria.
  • No para nada.- me puse seria.- Sólo que parece perdido, ¿qué tal si le digo que se siente con nosotras?
  • Me parece bien.
  • A mi también.- se unió Emy.
Me levanté de mi sitio y me acerqué al rubio.
  • ¡Hola!
  • Hola.- contestó tímidamente.
  • ¿Te apetecería sentarte con nosotras?- señalé mi mesa.- Es que te voy un poco forever alone, ejem, quiero decir, solo.
  • Em, pues... Esta bien.- se animó
Nos acercamos a la mesa, las chicas saludaron alegremente a nuestro nuevo amigo, que resulta que también era nuevo y venía de Irlanda. Se llamaba Niall.
Acabamos el primer día de clase bastante bien. Conocimos gente nueva y agradable. Niall y Aria nos acompañaron hasta casa, ellos vivían en la siguiente calle.
Excepto por el inútil ese, que aún no sé cuál es su nombre, todo había ido perfecto.

domingo, 14 de octubre de 2012

Capítulo 6: Aria.



  • La zorra que los parió a todos -gritó mi hermano, entrando en mi habitación.
  • Michael, te agradecería que te dieras la vuelta mientras me visto -dije, mientras me ponía la camiseta. 
  • Perdón -se dio la vuelta obedientemente-. Pues eso, la zorra que los parió a todos. ¿Sabes a que instituto nos han mandado? 
  • No, mientras no sea al Eton, yo feliz -dije, estaba harta de aquella cárcel.
  • Pues casi que lo prefería. Nos vamos al Madison Norte -dijo, con voz sombría-. Adivina que profesor hijoputa está allí.
  • No. 
  • Hola, profesor Vane  -dijo él, poniendo voz de niño bueno-. ¡Ah! Espera, que se me olvida. Hola, profesor Lamas.
  • Vete a la mierda -le dije y le lancé una rana de peluche que se llamaba Rana. Un nombre muy imaginativo, si señor-. Genial, hijo de puta y pederasta. Pues me suicido.
  • Suicidio colectivo -dijo él, desanimado-. No quieeeeeeeero...
  • Niños, nada de suicidarse -dijo mi madre, desde el piso de abajo.
  • ¿Cómo lo sabe? -preguntó mi hermano dándose la vuelta.
  • No lo se y MICHAEL -entre risas, salió de mi habitación. 
En vez de bajar las escaleras como una persona normal salté a la alfombra, esquivando por poco una mesita con un jarrón lleno de peonias. Mi hermano leía un libro mientras que mi madre le tomaba las medidas de un brazo para algún nuevo traje. Levantó la vista de su libro y, mientras mi "adorada" madre anotaba algo en un papel, me hizo gesto frenéticos para que huyera lo antes posible.
Mi padre entró por la enorme cristalera que daba al jardín y se quedó parado. Entre que mi madre estaba despeinada, llena de pintura, con varios metros al cuello y vestida como si fuera una artista muerta de hambre, mi hermano haciendo gestos sin la camiseta y yo le contestara haciendo mímica, la escena tenía que ser mucho.

  • Cariño -le dijo a mi madre, cuando se recuperó de la primera impresión-. Quizás...
  • Ahora no, James -le dijo, moviendo una mano, como si fuera un mosca molesta-. Estoy trabajando.
  • Vamos, que no hemos terminado de desempaquetar todo -y la agarró para que le acompañara-. Hijo, ponte una camiseta o algo que me estás matando de frío. 
  • Vale, papá -dijo él con desinterés-. No puede dejar a Adrianne, ella está enamorada de él. Puto Jules.
  • Michael, ¿qué coño estás leyendo? -le pregunté, cogiendo la camiseta que había sobre el respaldo del sofá.
  • Ni idea, uno de los libros de mamá -dijo, pasando un par de páginas-. No pillo mucho la historia, pero bueno...
  • Deja eso anda, que tu cerebro no da para tanto -dije e intercambié el libro por la camiseta.
  • Gracias por el halago, hermanita -dijo él, sonriendo. 
  • De nada -nos miramos sin saber que hacer-. Bueno... ¿Qué hacemos?
  • ¿Nos vamos de compras? -Michael podía ser de lo más extraño. A veces parecía que, en vez de un hermano, tenía una hermana-. Yo conduzco.
  • Vale, ¿tienes dinero? Porque yo no -negó con la cabeza y se encogió de hombros.
  • No hay de que preocuparse.

Me estaba preocupando. Y mucho.
Me empujó por el pasillo y cogió las llaves del Mercedes... Al igual que la cartera de mi madre, su móvil y una chaqueta.

  • Mamá, nos vamos de compras. Me llevo tu cartera y tu coche -dijo, mientras me empujaba y salía de casa.
  • ¡MICHAEL! -gritó mi madre desde el jardín y nosotros entramos rápidamente en el coche.
  • Mamá te matará -le dije, mientras me abrochaba el cinturón.
  • Ámame, por lo menos yo te llevo de compras -dijo, mientras encendía el coche-. Mi pequeño Mercedes, ¿me has echado de menos?
  • Hola, mamá -dije, mientras que mi querida madre aparecía. Con una pala en la mano. Mi hermano bajó la ventanilla y le sonrió.
  • No te preocupes mamá, no vaciaremos tu cartera. Ciao -salimos a la carretera, riéndonos y con ganas.

Llegamos al centro comercial y nos repartimos el dinero a medias.

  • Cincuenta para ti -dijo mi hermano-. Y ciento treinta para mi. 
  • ¿Y si lo hacemos al revés? -dije, poniéndole ojitos.
  • No -puso cara de palo.
  • Pues le compro una piña a mamá -me di la vuelta, con intención de irme.
  • ¡NUNUNUNUNUNUNUNU! -gritó él, en medio del parking subterráneo-. TE DARÉ LO QUE QUIERAS, PERO NO HAGAS ESO.
  • A medias. Noventa para cada uno -negocié y aceptó sin rechistar.

Entramos dentro y como si fuera un imán que nos atrajera, entramos en la primera tienda de música que vimos. Saludamos alegremente al dependiente sin conocerlo de nada y nos fuimos directamente a mirar discos.

  • Justin, Justin, Justin... -dije, pasando un dedo sobre la estantería-. Green Day... Linkin Park. Michael, están aquí.
  • Voy -mi hermano me puso las manos en los hombros mientras yo leía las canciones disponibles en Minutes to Midnight, un disco del 2007 que yo no tenía-. ¿Sabes? Acabo de ver Underclass Hero, por allí.
  • ¿Cuanto cuesta? -pregunté, mirando el precio del disco. 20 £-. Joder, que caro.
  • Creo que 17 £ -dijo él, desinteresado-. ¿Y de Green Day nada, no?
  • Nada. Siguen con American Idiot -mi hermano soltó una risita tonta y yo le di con la caja en la cabeza-. Sigamos mirando, pero Linkin Park se viene conmigo.

Cotilleamos la tienda un rato, y en un momento dado mi hermano me arrastró, literalmente, hasta la otra punta de la tienda. Me plantó delante de una estantería y no paraba de repetir: Muse, Muse, Muse, Muse, Muse, Muse, Muse, Muse, Muse...
Miré el estante que me quedaba unos centímetros por encima de mi cabeza. Cogí una de los estuches y me sorprendí.

  • Oh, My Gosh -dije, y chasqueé la lengua-. Black Holes and Revelations.
  • Me encanta cuando hablas así en inglés -me susurró mi hermano-. Ese acento es muy sexy.
  • Michael, que soy tu hermana -le reprendí, pero él me abrazó y apoyó la barbilla en mi hombro.
  • Yeah, babe -dijo.
  • Si no fueras mi hermano te besaría -le dije. Sip, mi hermano y yo nos tratamos así siempre. Todo muy ok.
  • Si no fueras mi hermana no me importaría -me soltó.
  • Vamos a pagar. Muse, Sum 41 y Linkin Park -canturreé y me deshice de su abrazo-. Sum lo pago yo, Muse lo pagas tú y Linkin Park va a medias.
  • Vale -dijo sin hacerme mucho caso. Entorné los ojos, le quité el dinero y fui a pagar.

Salimos de la tienda hablando animadamente sobre algo sin mucha importancia. Entramos en un par de tiendas de ropa y salimos con unas cuantas bolsas.

  • ¿Pero tu crees que esos pantalones negros me sientan bien? -dijo él, fingiendo una voz de mujer-. Es que me parece que no va acorde con mi estilo, ¿sabes?
  • Uf, tía, es que te juro que esos pantalones te quedan de infarto -dije, poniendo voz de pija.
  • Pues yo te digo que no, osea que no. Vamos, que he visto un vestido precioso para ti, querida -dijo, haciendo ademán de darse la vuelta.

Me río, sin dejar de caminar.

  • No, en serio -dijo, dejando de hacer el idiota. Me agarró del brazo y tiró de mi en dirección contraria. 

Noté un pinchazo en la nuca, como si alguien me mirara fijamente. Me giré todo lo que pude con el brazo de mi hermano sobre los hombros, a mi espalda creí distinguir un chico que me miraba. Me sonaba de algo... O no. Pasé de él y entramos en Hollister, arrastrada por mi "querido" hermano.
Media hora más tarde y quince vestidos diferentes salgo con una bolsa más. 

  • Estoy cansada, Michael -me quejé-. Vamos a tomar algo...
  • Eh... Claaaaro... -está o muy despistado o muy dormido.
  • Michael, ¿qué miras? Joder... -seguí su mirada y veo a una bonita chica de unos diecisiete años, de pelo rojo y mechas negras-. Mira que te gustan las pelirrojas...
  • Sobre todo las que miran libros, hermanita... -dijo y dejó de moverse-. Yo te abandono aquí.
  • Ya decía yo que tardabas. ¡Nada de engañarme con ella! ¿eh? ¡Que te vigilo!
  • Si, si... Nos reunimos a las nueve en casa... Digo, aquí... digo... -está demasiado perdido. ¿Cómo puede ser que todavía ninguna chica se haya dado cuenta de lo fácil que es usarle? Bueno, mejor. No me gustaría ver a mi hermano con su tierno corazoncito de niño roto. De eso me encargo yo y SOLO YO.

Seguí a mi aire, pero me acabó entrando el hambre. Con tanta bolsa y tanta vagancia junta, entré en un Nando's que había por allí. 
Pedí algo para llevar y una lata de coca-cola. Me senté en un mesa y cogí mi móvil. Entré en tuenti y vi un "precioso" mensaje de Alba, mi mejor amiga (aunque estuviera en España):

ZORRA, AHORA VAS A LIGAR CON MOGOLLÓN DE INGLESES GUAPOS Y ME DEJAS AQUÍ TIRADA, ¿NO? AH. POSOK, ZORRA. YO-QUERÍA-IR. NO ME LLEVASTE. TE ODIO. QUITIDIN. NO ME HABLES, FURCIA. MORRE. PUES AHORA ME SUICIDO. 

Aguanté la risa a duras penas. 
Escribí la respuesta y cerré tuenti. Entré en twitter y contesté a un par de menciones. Vi una de mi propio hermano que decía que se llevaba a Diana (supuse que era la pelirroja) a dar una vuelta. Que volvería a eso de las ocho. 
O lo que era lo mismo: No iba a volver. 
Tendría que ir hasta casa andando... Hijo de perra. 
Miré por la ventana del establecimiento y vi pasar a varias parejas. Al rato mi buen humor desapareció. Un chico le puso un collar a su novia, se besaron y desaparecieron. Inconscientemente me llevé la mano al cuello y rocé la cadena de latón que sujetaba un colgante con forma de corazón. Me lo quité y lo miré con una mezcla de tristeza y odio. La pintura barata de color plateado hacía tiempo que se había ido, pero no lo que significaba. Aquel collar me lo había regalado un chico del que había estado enamorada y... bueno, era cosa del pasado. 
"¿Por qué no me deshago de el?" me pregunté a mi misma. 
Tal vez era por los recuerdos que traía o no, quien sabe. Pero me sentía rara al separarme de él. Suspiré pesadamente y me froté los ojos. Estuve un rato así hasta que comencé a ver estrellitas en mi párpados. Abrí los ojos y me puse el collar. 
Recogí mis cosas y mi lata de coca-cola medio llena. O medio vacía, dependiendo del punto de vista de la persona. Me dirigí a la salida. Un grupo de chicos, uno de los cuales tenía unos rizos bastante monos, pasaron por mi lado.

  • ¡El de los rizos! -gritó alguien y yo, que iba bebiendo, me atraganté. 

Fui corriendo hasta una planta de decoración que había por allí y escupí la coca-cola. Empecé a reírme, con la cabeza entre las hojas de la planta. 
Al rato noté una mano en la espalda y al incorporarme vi a un guardia de seguridad con aspecto serio. Me dirigió una mirada de recelo y yo cogí mis cosas y me fui.
Entré en Claire's. Me compré unos pendientes de pluma de color negro y una cajita que contenía tres pares de pendientes de pluma también, pero de color blanco, gris y rosa. Mientras pagaba, volví a notar el pinchazo en la nuca. Lo ignoré y le entregué el dinero a la dependienta. Cogí mi nueva compra, pero antes de salir me detuve. Miré un collar de color dorado que tenía un colgante que me encantó. Era un serpiente. La serpiente era de color plateado. Al acercarlo vi que las piedrecitas que hacían de ojos eran de color verde esmeralda. Por algún motivo me recordó a la serpiente que Slytherin tenía como animal representativo. 
Aunque no era de extrañar. Una serpiente, el color plateado y el verde esmeralda. Todo encajaba.
Esperé a un bus y fui a casa. 
No sin antes pasar por una tienda de animales.
Al llegar estaba tan cansada que solo quería tirarme sobre la cama y asfixiarme en mi propia almohada, pero tenía cosas que hacer y una venganza que llevar a cabo. Dejé las bolsas en mi habitación y haciendo una paradita en el cuarto de mi hermano, bajé a la cocina.

  • Cariño... -empezó a decir mi madre, algo cortada.
  • Si, si... Ya hago la cena -dije cansinamente, mientras me ponía el delantal.
  • Han venido los vecinos -susurró ella, como si temiera que le lanzara un tenedor o algo.
  • Que bien -dije, sin que me importara mucho.
  • Y la novia de tu hermano -dijo, con voz queda.
  • ¿Diana o Marcela? -pregunté. Sip, mi hermano solo había estado dos días en Inglaterra y ya tenía dos novias. 
  • Marcela, ¿quien es Diana? -preguntó.
  • Nadie, mamá -dije, cortando la carne. 
  • Y... -dejé caer el cuchillo y al levantarlo había un profundo corte el la tabla de cortar.
  • ¿Si, mamá?
  • No, nada -salió de allí por patas.

Hice la cena con ayuda de mi padre. Éste se compadecía de mi y lamentaba lo que me había pasado.

  • Ya sabes como es tu hermano, no se porque sigues confiando en él -me dijo.
  • Pero la venganza será mía -le repliqué, y me reí en voz baja con malicia-. Ya verás lo que se va a encontrar esta noche en su habitación. 
  • No quiero saber que has hecho -metió el lomo en el horno y al levantarse sonrió-. Eres capaz de todo, para algo eres una Slytherin. 
  • Según un par de tests soy una Gryffindor y una Ravenclaw.
  • Eso es que no funcionan bien -negó con la cabeza. Tanto a mi como a mi padre nos encantaba Harry Potter, eso era un hecho-. ¿Y tu hermano que es?
  • Un Hufflepuff -dije, con voz plana.
  • No seas mala -me reprendió con cariño.
  • Él solito se lo ha buscado -me quité el delantal-. Nadie deja tirada a una Slytherin.

Mi padre terminó de hacer la cena. 
Me fui a cambiar y cogí unos pantalones y una camiseta que había comprado. Bajé las escaleras y esquivé por poco a mi hermano, que llevaba una bandeja con carne y patatas. Me miró con odio y yo le sonreí con suficiencia.
Al entrar en la sala creí haberme equivocado de habitación. Era imposible que hubieran arreglado el salón, repapelado las paredes y puesto cortinas nuevas en solo una tarde, ¿verdad? ¿¡VERDAD!? 

  • Mamá hace milagros -me susurró mi hermano, dejando una botella de vino sobre la mesa.
  • Si es que no provoca desastres... -me lamenté yo.

Él se empezó a reír y con ganas mientras que iba hacia la cocina a por otra bandeja.

  • Cariño, ven -dijo mi madre, con ojos brillantes. ¿Qué...? Me asustaba esa mirada. En cualquier otra madre sería lo más normal del mundo. Una mirada que decía que había encontrado algo genial para su hija. Una mirada que decía que algo muy bueno iba a pasar. Una mirada que me aterrorizaba y más cuando la tenía en los ojos Aurora Marie Wildsmith, mi madre-. Os presento a mi hija, Arianne Sybill Si... 
  • No digas mi tercer nombre, mamá, o lo pagarás muy caro -le amenacé, sin importarme la presencia de los vecinos ni de la novia de mi hermano.
  • Cariño, no hay porque avergonzarse del nombre de Sin... -le corté, poniéndole las manos sobre la boca. 

Una cosa era ser fan de Harry Potter y otra muy distinta era dejar que tu padre te pusiera nombre al nacer. Y yo, por muy fan que fuera, no estaba dispuesta a que la gente se riera de mi tercer nombre. ¿Por qué a mi?
El silencio se hizo pesado, pero alguien comenzó a reírse. Miré a quien se reía. Era el hijo de mis vecinos. Oh, vaya... Si, era muy mono, todo había que decirlo. El chico se reía a gusto y Marcela también comenzó a reír. Poco a poco el aire se fue llenando con las risas. Cenamos tranquilos, yo estaba comentando cosas sobre unas pinturas y cuadros que había visto con mi padre y, como de costumbre acabamos charlando sobre si la Señora Gorda tendría un nombre. Mi madre charlaba animadamente sobre sus trabajos de costura y mi hermano estaba demasiado ocupado en Marcela... O pensando en Diana, quien sabe. El único que casi no hablaba era el hijo de los vecinos, aunque a mi no me importaba. 
A eso de las once se marcharon. 

Eran casi las doce cuando terminamos de recoger y mi madre y yo veíamos una película, sentadas en el sofá. Sin previo aviso, Michael entró corriendo, asustado como un conejillo. Se escondió a mi espalda, entre risitas nerviosas.

  • ¿Qué pas...? -mi pregunta fue interrumpida por mi padre.
  • MICHAEL ALASTOR WILDSMITH -gritó él desde la cocina.
  • Sea lo que sea lo que hayas hecho, estás muerto -dije, sin inmutarme siquiera.
  • Por Dios... -se lamentó mi madre y comenzó a levantarse.
  • No, mamá. Deja que sea yo la que calme a un Gryffindor -dije con voz cansina, y fui hasta la cocina.
  • ¿Donde está ese asqueroso...? -empezó a decir mi padre.
  • Muggle -terminé yo-. Sea lo que sea, él no es un mago y en el caso de que lo fuera sería un Hufflepuff, no hay que enfadarse con él. Es tonto -era una excusa de lo más extraña.
  • Hija, sabes que te quiero -comenzó a decir él. Dijera lo que dijera seguiría leyendo más libros de Harry Potter-, pero ahora acabas de convertirte en mi ídolo.
  • Venga, papá -dije yo, con falsa modestia-. No será para tanto. Que a mi querido hermano no le interese tanto Harry Potter no significa que tengas que matarlo. Además...
  • Lo mataré. ¿Sabes como ha quedado el Mercedes? Hecho un fiasco. Asqueroso, tiene más abolladuras que nunca, además de dos ruedas pinchadas, y el motor quemado -mi cara era épica-. Por si fuera poco está en el fondo de un lago -más épica todavía-. Yo lo mato, lo mato...
  • Papá, tranquilo. Hagámosle como a Alastor Moody, encerrémosle en un baúl. Al fin y al cabo va en su destino -dije con rotundidad-. Se llama Alastor.
  • Aria, eres mi hija predilecta -dijo y me abrazó.
  • Soy tu única hija -le repliqué.
  • Y además te llamas igual que la profesora de mi asignatura favorita.
  • Odio Astronomía... -dije. 
  • Y tu segundo nombre también es bonito -murmuró mi padre, ensoñadoramente.
  • Odio Adivinación... No vale, tu te llamas James...
  • Jejejejejeje....
  • Infinito desprecio -y tras haber aplacado el enfado de mi padre, volví al salón-. Idiota, estás a salvo -le dije a mi hermano, que se refugiaba en el abrazo protector de mi madre.
  • Okis.

Nos fuimos a dormir e intercambié una mirada cómplice con mi padre. Entré en mi habitación y bloqueé la puerta. ¿Estar a salvo? Michael, nunca creas la palabra de una Slytherin, pensé malevolamente, mientras mi hermano gritaba: SERPIENTEEEEEEEEEEEEEEEEE.
Y además tenía nueva mascota, ¿qué más podía pedir?

sábado, 13 de octubre de 2012

Capítulo 5: Emily.


De repente Kat me cogió del brazo muy bruscamente y me sacó del restaurante corriendo.
  • ¿ Kat que ha pasado? No le dejes que gane, estábamos primero.
  • Perdón Emy, él es un idiota y no sabía que hacer en aquella situación. Me siento una cobarde.
  • No, al contrario y tranquila. Bueno ahora vámonos que ya es tarde.
  • Esta bien.

Salimos del centro comercial y nos dirigiámos cada a una a su casa mientras charlábamos.
  • Ese chico es…es…es…
  • ¿Guapo?
  • ¿Qué? ¿Cómo puedes decir eso después de la escena, Emy?
  • JAJA era broma tonta, aunque te has puesto roja.
  • Esta bien. Guapo pero idiota, así que prefiero olvidar todo esto.
  • Solo hay idiotas en esta ciudad. Mira Zayn. Era encantaor pero en cuanto soltó la segunda frase me entraron ganas de peg……
  • ¡EH, EMY MIRA EL INSITUTO!
  • ¡ESTÁ EN LLAMAS!

Salimos corriendo hacia el instituto. Salía humo del despacho del director y empezaron a salir llamas que se propagaban rápidamente. Decidimos llamar a los bomberos inmediatamente. Estábamos solas en la oscuridad, no había nadie cerca para pedir más ayuda. Entonces divisamos un pequeño cachorrito a la entrada del instituto.

  • Emy, ¿Qué haces? ¿Adónde vas?
  • Voy a salvarlo, confía en mi, no pasara nada

Me dirigí rápidamente hacia la puerta del insti, entré y el animal me miró asustado. Lo cogí corriendo y lo posé en mis brazos. Sentía como su corazón latía rápidamente y yo lo abracé. Me di la vuelta para salir del recinto pero algo salió mal. Una farola en llamas se me cruzó y cerró completamente la puerta de entrada. Me asusté mucho, no había otra salida y las llamas me apresaban. Oía los gritos desesperados de Kat y no sabía que hacer. De repente siento como alguien me coge fuerte la mano y me coge en brazos. Yo cerré los ojos y me agarré a su cuello. Cuando me puso a salvo de las llamas me susurró.

  • Tranquila, ya estás a salvo.
Esa voz me sonaba mucho abri los ojos y reconocí inmediatamente ese rostro pálido.

  • Zayn, muchas gracias por salvarme per…..

En ese momento, por fin, vinieron los bomberos, policías y ambulancia. Me giro para buscar inmediatamente a Kat, venía corriendo hacia mi.

  • ¿Qué ha pasado Emy? Estaba muy preocupada. ¿Cómo has salido?
  • Él me ha salvado.
  • ¿Quién? No hay nadie
  • ¿ Qué? Pero si estaba aquí hace nada. Era Zayn el chico del restaurante.
  • ¿ En serio? Has tenido suerte Emy. Te podría haber pasado algo.

Cuando me di cuenta todavía tenía al perro en brazos. Lo solté en un lugar a salvo y fuimos a hablar con la policía.

  • ¿ Y a qué instituto iremos ahora?
  • Tendreis que acoplaros durante un tiempo en diferentes institutos de la ciudad. Ya os informaremos de todos los detalles. Ahora será mejor que os valláis a casa. Ya es tarde.

Hicimos caso al agente y nos fuimos a casa. Me despedí de Kat y puse rumbo a mi hogar. En el camino solo podía pensar en Zayn. ¿ Que hacía allí? Llegué a mi casa y mi madre como siepre me echó la bronca.

  • Emily, otra vez llegas tarde. El agente Robin me acaba de llamar y me contó lo que vio. ¿Qué hacíais en el instituto? Me dijo que fue un incendio provocado por una persona. ¿No habrás sido tu verdad?
  • Mama, estas loca, ¿como voy a ser yo? Me voy a dormir paso de discutir.
  • Esta bien. El agente tambien me contó que os vais a trasladar al instituto Madison Norte. El lunes empezais allí.

Sin mirar la vista atrás subí hasta mi cuarto. Primero la discusión de Kat, luego el incendio, Zayn y encima no he cenado. Dedicí olvidarme de todo, escuchar un poco de Ed Sheeran e irme a dormir.

jueves, 11 de octubre de 2012

Clases...

Hola, soy Alanis (:
Sólo es deciros que para subir los capítulos vamos a tardar un poco, ya que hemos empezado el insti (hace bastante tiempo).
Ahora estamos con el tema de los exámenes y es un poco lioso subir capítulos muy seguido. Ya sabéis, tenemos que ser niñas buenas y aprobar, okno.
En fin, era sólo eso. Seguid disfrutando de la novela.
Si tenéis algo que decirnos, comentar o menciones en Twitter (@1D_TheWorld_, @Alicia_Ariasu y @Torn_28). 
Os quiero-como <3